En su informe al país, Biden intentó dar oxígeno a su relección

Washington y Nueva York. El presidente Joe Biden usó su informe anual a la nación para tratar de convencer a un electorado poco entusiasmado con él y su contrincante de que vale la pena relegirlo por lo menos para evitar la llegada de Donald Trump, que llevaría a la destrucción de la democracia estadunidense.

Su primer gran logro fue ofrecer su mensaje de más de una hora con firmeza, coherencia y vigor, algo necesario ya que una mayoría de los votantes, incluyendo a algunos de su partido, expresan dudas sobre la competencia física y mental de quien ya es el presidente más viejo de la historia. Hasta abordó el tema de su edad directamente, declarando que por su edad, ha visto las batallas de este país. No es qué tan viejos somos, sino la edad de nuestras ideas.

En miles de ciudades y pueblos, el pueblo estadunidense está escribiendo la historia de resucitación más grande jamás contada, declaró Biden ante el Congreso. Señaló que bajo su presidencia se “ha construido una economía desde el centro a los lados y desde abajo hacia arriba –y no de arriba para abajo– invirtiendo en todo Estados Unidos, en todos los estadunidenses, para asegurar que todos tengan una oportunidad y que nadie se quede atrás”.

Sin embargo, tal vez el misterio político prevalente dentro y fuera del gobierno es que a pesar de que el estado de la unión –el nombre oficial de este informe– es en términos macroeconómicos es bastante saludable, eso no se traduce aún en apoyo para el presidente. En las encuestas, Biden no ha logrado superar 40 por ciento de aprobación durante su presidencia a pesar de un auge económico y una de las tasas de desempleo más bajas de la historia, todo después de la crisis provocada por la pandemia.

Se acerca a la clase trabajadora

El problema, comentó el senador Bernie Sanders al Washington Post ayer, es que “los demócratas parecen pensar –muchos de ellos– que, si sólo explicamos todo lo que hemos logrado, la gente se sumará. Pero eso ignora el dolor (económico) que ahora está padeciendo la gente ordinaria”, algo que el mismo senador le dijo al presidente la semana pasada en una reunión de una hora.

Biden aparentemente está escuchando. Esta noche resaltó la lucha para trabajadores y sindicalistas e invitó como huésped especial a Shawn Fain, el nuevo líder militante del sindicato nacional automotriz UAW, a quien llamó un gran amigo y un gran líder laboral. Declaró:Wall Street no construyó este país. La clase media lo construyó, y los sindicatos crearon la clase media.

La exposición no fue sólo un informe presidencial, sino tal vez el discurso de campaña más importante del demócrata, quien presentó su visión para el futuro.

Biden enfatizó algunos de los temas que se han vuelto claves en la contienda: desde la política de migración, la defensa del derecho al aborto y de libertades civiles, la inversión en infraestructura, el control de precios de farmacéuticos y seguros de salud hasta el liderazgo mundial de Estados Unidos.

En los pasados comicios, se detectó que una de las razones de que Biden haya ganado, sobre todo entre mujeres, fue el temor de que los republicanos continuarían con su asalto contra el derecho al aborto, por lo que los estrategas del gobernante están apostando a que ese tema motivará nuevamente el voto en su favor.

Por lo anterior, una de las invitadas y quien se sentó junto a la esposa del mandatario, Jill Biden, en el balcón de esta sesión conjunta del Congreso, fue una mujer que tuvo que huir de su estado, Texas, para conseguir un aborto recomendado por sus doctores.

Otro tema puntual en la contienda es la migración. El líder de la Cámara baja, el republicano Mike Johnson, invitó a un familiar de una persona presuntamente asesinado por un indocumentado y también a dos policías de Nueva York atacados, dicen, por migrantes, mientras muchos legisladores republicanos portaban un botón con la frase: Alto a la crisis fronteriza de Biden.

Cerrar la frontera

El huésped de la Casa Blanca, obligado a abordar el tema, continuó su giro hacia la derecha para intentar frenar la crítica, hasta ahora efectiva, de los republicanos encabezados por Trump, que han convencido a una buena parte del electorado de que hay una invasión de migrantes peligrosos, reiteró que desea tener la capacidad de cerrar la frontera.

Acusó que los republicanos en el Congreso, obedeciendo a Trump, han rehusado aprobar medidas que propuso para imponer mayor control en las garitas.

A la vez, también destacó que “no demonizaré a los extranjeros en movilidad diciendo que están envenenando la sangre del país…. No separaré familias… Todos venimos de otros lugares, pero todos somos estadunidenses”.

Gran parte del discurso de Biden tenía el propósito de marcar un contraste con Trump. Aunque rehusó mencionarlo por su nombre, sí lo hizo indirectamente. Mi vida me ha enseñado abrazar la libertad y la democracia. Un futuro basado sobre los valores fundamentales que han definido a América (Estados Unidos): honestidad, decencia, dignidad, igualdad. Respetar a todos. Darle a todos una oportunidad. No permitirle al odio un puerto seguro. Ahora, algunas otras personas de mi edad ven una historia diferente: una historia estadunidense de resentimiento, venganza y retribución. Ese no soy yo.

Arrancó el discurso con la afirmación: Nunca, desde el presidente Lincoln y la guerra civil, la libertad y la democracia han estado bajo asalto en casa como hoy día. Recordó el asalto al Capitolio hace tres años en los días más oscuros, cuando se intentó frenar el traslado pacífico del poder. Indicó que su antecesor intentó ocultar la verdad de lo concurrido, y le dirigió este mensaje: no puedes amar a tu país sólo cuando ganas.

Declaró que la libertad y la democracia también están bajo asalto en el extranjero. De hecho, el discurso empezó como si fueran tiempos de la guerra fría, identificando de inmediato a Rusia como el gran enemigo. Si alguien en esta sala cree que Putin se detendrá en Ucrania, les aseguro que no lo hará, sostuvo, e instó al Congreso a financiar la defensa de Ucrania y acusó que Trump se hincó ante el líder ruso. Al final, también se refirió al otro retador, China, pero insistió que desea competencia, no conflicto con ese país.

Llamó en contra de la prohibición de libros, por promover la defensa del derecho al voto, elevar el salario mínimo. También destacó sus esfuerzos para abordar el cambio climático y sobre la violencia de armas de fuego (invitó a una joven de Uvalde, Texas cuya hermana fue una de las víctimas de un tiroteo masivo).

Justificando una vez más el apoyo a Israel, Biden, en respuesta al creciente reproche a su complicidad con Tel Aviv alrededor del mundo en la guerra contra el pueblo palestino, colocó entre sus grandes anuncios esta noche que Estados Unidos construirá un muelle en Gaza para poder descargar ayuda humanitaria. Reconoció que la guerra ha tenido un efecto mayor sobre civiles inocentes que todas las guerras en Gaza anteriores combinadas.

No todos perdonarán su política de apoyo militar a Israel a cambio de su iniciativa de asistencia humanitaria, aun dentro de esta sala entre su propio partido. La diputada demócrata Ilhan Omar sostuvo una pancarta que decía, Deja de enviar bombas durante el discurso, y afuera del Capitolio como frente a la Casa Blanca, manifestantes corearon su demanda de un cese el fuego mientras pasaba el mandatario.

Con la conclusión de su discurso arrancó la campaña de relección de Biden, y está por verse cuál será el estado de la unión en los próximos meses.

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