8M: Un hermoso día para destruir el patriarcado

Las mujeres de Puebla pintaron de morado y verde la capital del estado con prendas, pañuelos, pancartas y su exigencia de justicia, respeto, equidad y el grito para que paren los feminicidios, que cese la violencia de género, la psicológica, la económica, la brecha de género, que se les garantice vivir sin miedo.

La previsión de la Secretaría de Gobernación se quedó corta, muy corta este 8M: esperaban 1000 personas en la marcha del colectivo Voz de los desaparecidos que fue de la Fiscalía General del Estado al Zócalo; mil 500 en la del Frente Feminista Radical que arrancaría de la fiscalía con rumbo al Congreso local; otros mil 500 del Frente contra la violencia vicaria que fue del Reloj El Gallito a la fiscalía y mil 600 del Frente pro aborto Puebla y Red Morada que también salía del Reloj El Gallito a la fiscalía.

Y no, en todas las cifras previstas la Segob quedó lejos: por ejemplo, la marcha convocada por el Frente Feminista Radical llenó el bulevar 5 de Mayo desde la fiscalía hasta dos cuadras antes del Zócalo. Marcharon, durante todo el día, más de 10 mil personas separadas en bloques, pero unidas por las ideas y las convicciones: se quieren libres, poderosas, vivas y sin miedo, y decenas de consignas: “¡Verga violadora, a la licuadora!”, “¡El que no brinque es macho, el que no brinque es macho!” y quizá la primera de todas: “se va a caer, se va a caer, el patriarcado va a caer”.

Así fueron por las calles de esta ciudad, trazada, dice la leyenda, por los ángeles, y cuyas autoridades se blindan cada que las mujeres, feministas o no, salen a las calles para exigir lo que se les ha negado. La ciudad, sus autoridades, protegieron la fuente de San Miguel, la fachada del Congreso del estado, y el Palacio Municipal desde donde, además, les arrojaron agua a presión y gas lacrimógeno.

Cuando desde el palacio municipal salió el primer chorro de agua una señora de la tercera edad gritaba incrédula “¿qué les pasa?” y trataba de contener a un par de jóvenes que gritaban de júbilo cada que una de las mujeres que respondían a la agresión lograba que alguna piedra rompiera los cristales del edificio.

¿Piedra?, sí. Hubo piedras en el zócalo y cuando se terminaron con alguna herramienta sacaron escombro de los bolardos que delimitan la zona peatonal. También hubo una especie de viga con la que intentaron derribar la protección del inmueble. Más de tres horas duró la confrontación: más de 180 minutos en los que hartas de la indiferencia y la violencia oficial demostraron capacidad de movilización y organización por Mara Castilla, por Cecilia Monzón, por Paulina Camargo, Allison Cabrera, Beatriz Gómez, Natalie López, Carla López…, por todas las que ya no están.

Tan hartas que pusieron en evidencia a un alcalde, Adán Domínguez, incapaz de saber que los gases lacrimógenos y los chorros de agua no debieron usarse porque manifestarse es un derecho y los edificios públicos son eso, públicos. Y algo más: las agredieron justo el 8M, ¿por qué? “¿Acaso no saben que el feminismo es local, nacional e internacional?”, gritó una mujer que dijo llamarse Natalia.

A nada hicieron caso: ni a eso ni a los mensajes que pintaron en el muro hechizo colocado para proteger el Palacio Municipal y en el otro, el que protegió la Fuente de San Miguel: quedaron palabras poderosas: “violadores”, “cuidan más las puertas que a las mujeres”,“ni una más”.

Los muros y la presencia, atrás de ellos, de policías, no hizo más que aumentar el enojo de las integrantes de bloque negro que ya habían roto vidrios de paraderos del transporte público y estaciones de RUTA en el bulevar 5 de Mayo. En el Zócalo algunas lanzaron piedras, ladrillos, pedazos de madera, tubos y utilizaron sopletes para intentar derribar el muro. No lo lograron, pero sí tumbaron una parte y fue entonces que los granaderos lanzaron gases que irritaron ojos y dificultaron la respiración.

Al final hubo tres detenidos: dos hombres presumiblemente infiltrados y una mujer de nombre Michelle Romero Sánchez que fue liberada; las autoridades aseguraron que “aplicaron los protocolos de actuación correspondientes, especialmente en materia de Protección Civil, por el uso de fuego, y hubo presencia de visitadores de Derechos Humanos”.

¿Por qué los extintores? Según la administración municipal los utilizaron para evitar una contingencia mayor porque las personas detenidas “lanzaron combustible a las estructuras colocadas frente al Palacio Municipal”.

Esta fue apenas una de las siete u ocho marchas que hubo en Puebla este 8M. Por la mañana, en la primera de ellas, María Luisa Núñez, representante del colectivo Voz de los Desaparecidos, exigió que “no nos sigan atando, que no nos sigan desapareciendo, que no nos sigan arrebatando a nuestros hijos. Este y todos los 8 de Marzo salimos a gritar por las que nos han sido arrebatadas“.

Queda la sensación de que falta mucho, muchísimo para que todos entiendan que sus exigencias son legítimas, y que si protestan es porque a nadie le gusta vivir con miedo por las hijas, las hermanas, las mamás, las sobrinas, las nietas. Una de ellas lo escribió bien en su pancarta: “es (era) un hermoso día para destruir el patriarcado”.

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