El pasado tres de mayo fue el día mundial de la libertad de prensa, la cual permite garantizar el derecho a la libertad de expresión. Uno de nuestros derechos humanos.
El derecho a la libertad de expresión está reconocido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en estos términos: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”
Una de las formas como se pone en práctica el investigar, recibir informaciones y difundirlas es mediante el trabajo de las y los periodistas ejerciendo la libertad de prensa, como una tarea indispensable para nutrir el debate sobre los asuntos públicos.
Esta tarea no es sencilla pues el ejercicio de la libertad de prensa tiene que hacer frente a numerosos obstáculos y riesgos. Ejercerla adecuadamente supone la crítica al poder económico y político; los periodistas investigan, documentan y denuncian la corrupción y también dan cabida a la voz de las personas y grupos excluidos. Por tanto, desde el poder político y económico se trata de controlar a la prensa y, a veces, de silenciarla.
Revisemos algunas de estas realidades. En México de acuerdo con la organización Artículo 19, entre el año 2000 y 20024 han sido asesinados 164 periodistas, de los cuales 152 son hombres y 12 mujeres. Algunos estados concentran buena parte de estas muertes, como Veracruz con 31; Chihuahua, Oaxaca y Tamaulipas con 15 respectivamente.
Conviene resaltar que la gran mayoría de estos casos permanecen en la impunidad.
El asesinato o desaparición de periodistas representa la violencia extrema pero existe otro amplio catálogo de agresiones que viven los periodistas. De acuerdo también con Artículo 19, en el 2023, se dieron 561 agresiones en contra de periodistas, algunas de las más recurrentes son: intimidación y hostigamiento, amenazas y uso ilegitimo del poder público.
Este último significa las descalificaciones que se hacen desde el poder público, como las conferencias diarias del presidente o equivalentes de los gobiernos estatales, así como las demandas judiciales en contra de periodistas.
Al hablar de la prensa conviene diferenciar entre periodistas y las empresas de medios de comunicación. Esto porque otra amenaza para los primeros es la precarización laboral, que significa trabajar sin contratos y sólo recibir pago por las notas publicadas, no tener seguridad social y en caso de situaciones de riesgo no contar con ningún apoyo por parte de la empresa, entre otras cosas.
Otra dificultad creciente es la existencia de lo que se ha llamado “zonas de silencio”, regiones de algunos estados de los que no se informa nada y la sociedad ignora todo. Son esos territorios controlados por la delincuencia, donde las víctimas no hablan por miedo, en tanto que las y los periodistas no pueden informar a riesgo de ser asesinados ellos o sus familias.
Como hemos comentado los días mundiales son fechas establecidas por la ONU para llamar la atención de la sociedad en temas problemáticos y que requieren de la acción tanto de la sociedad como de los gobiernos. Y la libertad de prensa hoy enfrenta serias amenazas y se requiere que la ciudadanía tome conciencia. Edgar Cortez