Reduce Banco Mundial perspectivas de crecimiento para México

Ciudad de México. El Banco Mundial redujo sus perspectivas de crecimiento para México. A inicios de año esperaba que la segunda economía de América Latina creciera 2.6 por ciento en 2024, ahora se proyecta un 2.3 por ciento, pese a que el organismo reconoce una “expansión vigorosa de la demanda interna” en el país e indicadores de pobreza que se cuentan por debajo de lo reportado antes de la pandemia.

“La disminución de la pobreza respondería principalmente a ingresos laborales más altos, combinados con leves reducciones del desempleo y la informalidad, así como con un aumento moderado en la participación laboral, lo cual muestra una mejora continua de las condiciones de los mercados de trabajo”, expuso el organismo en un nuevo informe “Competencia: ¿el ingrediente que falta para el crecimiento?”.

El Banco Mundial no movió su estimado de crecimiento para 2025 respecto a lo reportado en enero. Se mantiene en una previsión de 2.1 por ciento y de 2 por ciento para 2026. Si bien el consumo en México se observa como uno de los principales impulsores del crecimiento, la relocalización de cadenas de suministro –conocida por el anglicismo nearshoring– no ha reflejado un repunte en los anuncios de inversión extranjera nueva como proporción del producto interno bruto (PIB).

El promedio de inversión extranjera directa que llegó como inversiones nuevas alcanzó en promedio más de dos por ciento del PIB entre 2010 y 2014. En los primeros nueve meses del año pasado esta proporción fue de menos de 1.5 por ciento.

Coyuntura crítica

El Banco Mundial enfatizó que América Latina “ha llegado a una coyuntura crítica”. El crecimiento se ha estancado y las previsiones de crecimiento hasta 2026 “son las más bajas en comparación con todas las demás regiones del mundo e insuficientes para impulsar la prosperidad”.

El organismo apunta que el PIB en América Latina y el Caribe crecerá 1.6 por ciento en 2024 y de ahí acelerará a 2.7 y 2.6 para los próximos dos años. Son niveles de crecimiento que responden a las altas tasas de interés y mayores déficits fiscales, a la caída de los precios de las materias primas y a la incertidumbre en las perspectivas de socios importantes para la región como Estados Unidos, China, Europa y otros países del G7.

“A medida que el impacto de la pandemia retrocede, las tasas de crecimiento de ALC reflejan las de la década de 2010. Esto demuestra que la región no ha abordado los obstáculos persistentes que bloquean su potencial, incluidos los bajos niveles de educación, la infraestructura deficiente y los altos costos de inversión, que también alimentan el descontento social”, dijo William Maloney, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.

El organismo reconoció que pese a los bajos niveles de crecimiento, un punto positivo en la región ha sido la gestión de la inflación y se espera que varios bancos centrales alcancen su objetivo en 2024. Si se dejan al margen los índices de precios en Argentina y Venezuela, la inflación en la región se sitúa en 3.5 por ciento, frente al 5.7 por ciento en el promedio de países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Más allá del reconocimiento por la gestión de las presiones inflacionarias, el Banco Mundial enfatizó que el crecimiento en América Latina y el Caribe sigue obstaculizado por los bajos niveles de acumulación de capital y de crecimiento de la productividad a largo plazo. “Fomentar la competencia es fundamental para reactivar la economía y recuperar la confianza de los inversores”, subrayó.

“Es un asunto urgente”, recalcó. El que la región tenga bajos niveles de competencia penaliza a los consumidores con márgenes de beneficio más altos que el resto del mundo. “Una agenda que impulse el crecimiento es aquella que aborda seriamente estas brechas. De lo contrario, la región quedará estancada y no podrá atraer inversiones ni aprovechar nuevas oportunidades, como la deslocalización o la economía baja en carbono”, advirtió Maloney.

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