Biden reforzará zona de muro fronterizo en disputa entre cárteles por el tráfico de personas

Decenas de hombres armados y con radios, custodian la entrada a los ejidos y ciudades de Tamaulipas que colindan con el Río Bravo, en los puntos donde el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ordenó que se construya o refuerce el muro fronterizo.

A lo largo de la carretera Reynosa-Nuevo Laredo, estos vigilantes, o halcones, como se les conoce dentro de los cárteles, reportan cualquier entrada a la zona, incluyendo la de fuerzas armadas.

La región es dominada por cárteles locales que se pelean la plaza desde hace décadas, y tras el reforzamiento del muro, se dejará a miles de migrantes a merced de las organizaciones criminales que se disputan el tráfico de personas.

El proyecto del gobierno estadunidense trata de diez puntos colindantes con el condado de Starr, Texas, y el estado de Tamaulipas, en México. Comenzando por ciudades como Ciudad Mier y Nueva Ciudad Guerrero, controladas por el Cártel del Noreste, hasta Ciudad Camargo y Gustavo Díaz Ordaz, del Cártel del Golfo.

El reforzamiento de los obstáculos fronterizos busca hacer más difícil el paso para los migrantes que buscan cruzar la zona sin documentos migratorios. 

​Del otro lado del Río Bravo se extiende gran parte de un santuario natural: El Refugio Nacional de Vida Silvestre de Rio Grande Valley, Texas.

Así, del lado mexicano, los halcones siempre atentos al paso de los migrantes que buscan pasar por su territorio, siempre y cuando hayan pagado la cuota exigida. O listos para alertar de la incursión de algún extraño que pudiera pertenecer a un cártel rival.

Los migrantes, una de las comunidades más vulnerables, es la que ha quedado en medio de la disputa por la plaza de los cárteles y las políticas migratorias en Estados Unidos que buscan regular la migración.

El reforzamiento de los obstáculos fronterizos busca hacer más difícil el paso
El reforzamiento de los obstáculos fronterizos busca hacer más difícil el paso

La mayoría de ellos, han sufrido secuestros, abusos y extorsiones antes de llegar a la ciudad fronteriza de Reynosa, donde ahora esperan una cita con las autoridades estadunidenses para solicitar asilo, a través de la aplicación CBP One.

“Alguien se ofreció a ayudarnos y llevarnos a una casa y confiamos en esa persona y no fue así, nada más nos vendió prácticamente (…) cuando tú no das mucha información de tu familia te maltratan, te maltratan horrible, físicamente, verbalmente, a veces se sufre de actos sexuales también, por parte de ellos. Me tuvieron un mes, como por 20 días”, contó una migrante de El Salvador que actualmente se encuentra en uno de los albergues en Reynosa.

Recuerda que su padre, actualmente en Estados Unidos, tuvo que pagar 8 mil dólares para que la dejaran ir. Pero no pasó lo mismo con un compañero hondureño que viajaba con las otras cinco personas con las que la secuestraron. De él no volvió a saber nada.

Durante su trayecto, además, los cárteles van cobrando cuotas a los migrantes que quieren pasar por su territorio. “Al llegar a ciertos puntos solo te toman y te preguntas a dónde vas, y hay que pagarles piso, le llaman ellos, por pasar a ciertos lugares”, recuerda Adolfo, un migrante guatemalteco que salió de su país ya que el paladar hendido y el labio leporino que padece, le eran un obstáculo para progresar.

Así como hay migrantes centroamericanos, también hay migrantes mexicanos, desplazados internos. Ciudadanos que esperan en la frontera a que el gobierno estadunidense les otorgue una cita para solicitar protección en Estados Unidos tras sufrir la violencia armada de primera mano en sus estados de origen.

“Y a ellos (los hombres) si no trabajan con los señores, ellos, los multan o se los llevan a trabajar a fuerza, entonces tomamos la decisión de venirnos para acá (…) los acosaban mucho, y si no querían trabajar por la buena, lo hacían por la mala”, contó a MILENIO una mujer migrante del Estado de México, quien actualmente se encuentra en Reynosa con gran parte de su familia.

Ante esta situación, el trabajo de los albergues se ha vuelto vital para dar un refugio a los migrantes que llegan a las ciudades fronterizas.

“Las familias se dejan venir sin saber a dónde van, o lo único que ellos quieren es cruzar la frontera, y llegan a estas ciudades totalmente vulnerables, no tienen a dónde llegar (…) ahora los gobiernos vienen a dar un golpe más duro porque las fronteras se les pone más difícil”, dijo en entrevista con MILENIO el director de las Casas del Migrante Senda de Vida, Héctor Silva.

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