Sea quien sea el presidente de los Estados Unidos, los migrantes no solo seguirán, sino que aumentarán.
Los migrantes son indispensables para la economía norteamericana y es muy sencillo, basta revisar lo siguiente:
En los próximos 10 años, los actuales migrantes habrán pasado por un proceso de envejecimiento y se estima que la economía norteamericana necesitará un mínimo de 7 millones de nuevos migrantes para sustituir a los actuales, además de cubrir las nuevas necesidades de trabajo.
También es importante recordar que el trabajo que se realiza en el campo, en los servicios y en la construcción son empleos que el ciudadano tradicional de los Estados Unidos no quiere y si no lo quiere ahora menos lo va a querer en el futuro.
Pero aunado al envejecimiento de la población, la tasa de fertilidad ha bajado en los Estados Unidos, entre jubilaciones y la baja de fertilidad se hacen cada día más indispensables los migrantes.
Aunque los migrantes no solo trabajan, también compran cosas, crean empresas y pagan impuestos; en las campañas pueden decir
que la inmigración ilegal crea desorden y caos en la frontera, pero sin duda el gobierno federal se beneficia de los ingresos fiscales provenientes de los impuestos que pagan los migrantes.
Otra cuestión es lo que sucede con los gobiernos locales y estatales, quienes se enfrentan al costo de proporcionar servicios que vienen con la llegada de los migrantes, tales como la educación, vivienda, sin embargo, esta contradicción hace que ciudades como Denver exijan soluciones a la demanda de servicios, ya que los alcaldes
absorben los costos y el gobierno federal se queda con los impuestos, pero esta problemática es algo que tienen que resolver los americanos, no los migrantes. No hay para donde hacerse, negar la dependencia al trabajo migrante es un discurso que refleja al avestruz metiendo la cabeza sin esconder la cola, lo mejor es arreglar legalmente esta situación y asumir que la migración llegó para quedarse.
