Hoy, en México, somos aproximadamente 130 millones de habitantes, si le sumamos los 40 millones que viven en Estados Unidos, podemos decir que hay 170 millones de mexicanos en el planeta.
Hace apenas unos 70 años había una población de 39.7 millones de habitantes en el país, hoy, esa misma cifra es la vive en Estados Unidos.
Gota a gota, paso a paso nos fuimos yendo a los Estados Unidos, unos pocos legalmente y la mayoría cruzando desiertos y el río Bravo.
Hoy, México es más urbano y lo rural se ha ido desapareciendo, pasamos de ser un país rural a uno urbano, ¿qué sigue?
Hoy, importamos muchos granos, pero gran parte de la tortilla que se consume proviene de maíz extranjero; en un abrir y cerrar los ojos pasamos de un país petrolero a un país de braceros y con ello prácticamente a vivir en gran parte de los 60 mil millones de dólares que recibimos de remesas, ¡increíble pero cierto!
Hay turismo, exportamos petróleo, hay fábricas, hay carreteras; pero sobre todo hay mexicanos del otro lado del río Bravo, es la mejor y más productiva industria que tenemos.
Y en este contexto quiero compartir con ustedes un par de reflexiones fantasiosas pero con un fondo real; la primera, si varios no se hubiesen ido a Estados Unidos hoy seriamos un país con mucha más pobreza, si le aumentamos a la población los que viven en Estados Unidos y le restamos los dólares, no me quiero imaginar cómo seríamos como país.
La segunda reflexión, ¿qué sería de los Estados Unidos sin nuestros migrantes? ¿se imaginan unas horas sin lo que representa la aportación que hacen nuestros paisanos a la economía americana?
Ambos escenarios son imaginarios y en el fondo nos debe de hacer pensar que no debemos de seguir la misma ruta andada, debemos construir un nuevo camino que nos permita construir una nación diferente, más igualitaria, más justa, menos dependiente sin perder la esencia de lo que significa ser mexicano.
