Acapulco, en lo personal, representa mucho para mi, su sola palabra mueve mis sentimientos, por eso cuando ocurrió el desastre del huracán Otis fue como si me afectará personalmente, Acapulco es más grande que su belleza, su historia y su gente son de reconocer.
Recordar ese 24 de octubre de 2023, cuando en el atardecer se asomaba Otis en categoría uno y en pocas horas se desarrolló un fenómeno que sorprendió a todo el mundo, en la vida del planeta no había habido un huracán de esa categoría que se desarrollará en 2 horas y que su fuerza devastará al puerto.
En un par de horas, casi un millón de personas se fueron a la pobreza, pues al amanecer estaban destruidas escuelas, hospitales, caminos, puentes, casas y edificios de condominios. La devastación fue enorme y Otis se ensañó con los que menos tienen.
Estuve ahí unos días después y era increíble lo que uno veía, pero más increíble fue la fuerza de su gente que a pesar del dolor tuvo la fortaleza de poner todo de su parte para recuperar lo mucho o un poco que había perdido.
Antes del primer año de Otis, volví a Acapulco y la recuperación se notaba en muchos lados, quizá los edificios de condominios tardarán más tiempo, pero la normalidad se empezaba a sentir con los hoteles operando y eventos como el abierto de tenis llevándose a cabo.
Exactamente a los once meses, llegó un nuevo huracán, John, que con categoría tres entró a Guerrero e hizo daño, pero la gente y su gobierno resistieron este nuevo embate, hubo daños pero sin comparación con Otis y con una preparación de la gente que evitó un daño mayor.
En esa visita pude hablar con Orlando, un amigo mío trabajador del sector turístico, que me contó que había perdido su casa y una tiendita que tenía en su colonia, también me dijo que él no había votado en el 18 por López Obrador y le dije que yo sí había votado por López Obrador, pero ahora, con gran sinceridad, me dijo: fue un buen presidente, nos ayudó con todo en Otis, la opinión que tenía de él había cambiado, le estoy muy agradecido me dijo Orlando e igualmente con las propias gentes del gobierno federal y estatal que me trataron con una gran responsabilidad, y ahí entendí la frase: primero los pobres.
Orlando, como se llama mi amigo, sigue siendo un trabajador del sector turístico y vive al día como muchos mexicanos, pero su lucha está ahí en Acapulco, con su familia, ni Otis ni John lo doblaron, Otis le dio una respuesta por la cual muchos mexicanos votaron por López Obrador.
En fin, en esa conversación con mi amigo Orlando, ambos coincidimos que primero los pobres debe seguir más allá de quién sea presidente.
Un año después de Otis, Acapulco está de pie y su gente fue lo más valioso para la recuperación.