En los tiempos actuales la verdadera oposición son los medios de comunicación y la forma de lidiar con ellos, según algunos políticos en el poder es llenarlos sobre todo de mucha basura.
Estos políticos radicales, como Trump, le dicen a sus seguidores que lo importante es la narrativa, la guerra cultural, por eso hoy la guerra en redes como herramienta política es algo cotidiano y por lo mismo no creo que la desinformación vaya a desaparecer, el caudal de mentiras tóxicas y los bulos circulan sin freno por los celulares a través de las redes sociales que diseminan sobre todo veneno.
Para la gente los medios tradicionales no parecen confiables y con una ciudadanía polarizada y desorientada, el antiguo ecosistema informativo ha dejado de funcionar y por ende la sociedad está sin una realidad compartida sobre la que se pueda construir un consenso o discusiones fructíferas.
La maquinaria de la desinformación ahora tiene más músculo y más adeptos, ya que existe un público que demandaba realidades alternativas, la disputas políticas en internet activan el odio, mueven lo superficial contra lo profundo, y los medios tradicionales no han sabido enfrentar este fenómeno, que primero se utilizó en torno a la política, luego con la inmigración y más tarde con la pandemia.
Las plataformas digitales han ganado la atención y también los ingresos por publicidad, mientras la prensa tradicional se desangra con cierres y despidos masivos; en cambio las redes, a mayor barbaridad más relevancia y sobre todo mayores ingresos.
La fábrica de engaños no descansa, está lanzando sin parar memes y mentiras con una maquinaria de odio engrasada como nunca.
El último ejemplo fue en Estados Unidos, con la versión de que los inmigrantes haitianos estaban comiendo perros y gatos domésticos de un barrio de Ohio, dando como resultado que los ciudadanos piensen que los inmigrantes son peligrosos y alteran el modo de vida americano. Casos como este logran secuestrar el debate público.En síntesis, la fábrica de mentiras es un auténtico riesgo en la toma de decisiones y secuestran el debate público verdadero de los problemas que tiene la gente, como siempre he dicho los sentimientos le ganan a la neuronas y ante ello hay poco que hacer, frente a un fenómeno que se asume como una nueva normalidad.