Voy a decir algo que a muchos no les va a gustar, pero la mentira dura hasta que la verdad llega y es que México es un país prendido de alfileres tanto en lo económico como en lo social y cualquier movimiento brusco puede hacer que uno o dos alfileres se caigan y se inicie una crisis de efecto dominó.
Primero, la economía tiene muchos focos rojos, pues el déficit público que ha sido el motor del financiamiento está en su niveles máximos, la deuda a los proveedores de Pemex rebasa los 20 mil millones de dólares y ha causado la quiebra de varias empresas históricas de la petrolera, además el índice de crecimiento de los últimos años no alcanzó el 2 % anual y el financiamiento de la deuda pública obliga al país a pagar una tasa de interés más elevada que el resto del planeta.
Segundo, en el terreno de lo social, a pesar de los programas que se han implementado en los últimos años, la pobreza tiene sometido a más de 50 millones de mexicanos; el gasto social ha evitado el aumento de la pobreza y la ha reducido o atemperado, pero no la ha eliminado, a este ritmo tendrían que pasar varias décadas para disminuir la pobreza extrema.
Sin embargo, estos programas sociales no han sido acompañados de una formación educativa que les permita obtener un empleo para evitar vivir de las becas o de los programas sociales.
Tercero, la infraestructura del país ha permanecido sin cambios visibles; carreteras, escuelas y hospitales sufren el paso del tiempo, ya que el presupuesto se destina mayoritariamente a los apoyos sociales. Los baches de las calles y carreteras son como los baches en la economía y en el tejido social, un país necesitado sobre todo de inversión en infraestructura, es lo que estamos viendo.
Hay cosas que se pueden silenciar pero no ignorar, los alfileres están ahí y exigen un cierto grado de humildad para mantener los equilibrios más allá de los periodos sexenales. Es mejor enfrentarse a una incómoda verdad que partir de una cómoda falsedad, no debemos confundir el árbol con el bosque, la crisis de los alfileres está ahí y es como un elefante en la sala.