La pobreza en México es histórica, desde la colonia hasta nuestros días, millones de mexicanos nacieron y murieron en la pobreza, son una especie de condenados de la tierra.
La pobreza es inadmisible, desafortunadamente genera una mayor desigualdad, donde muy pocos lo tienen todo y muchos no tienen nada; y solo les toca ver como esa minoría vive en condiciones a las que ellos nunca tendrán acceso.
En estos últimos años, el aumento al salario mínimo y la política social de “Primero los pobres” con sus programas sociales, han sacado de la pobreza a 13 millones de mexicanos, un gran esfuerzo, casi una hazaña, pero aún sigue siendo insuficiente, ya que todavía existen más de 50 millones en pobreza.
Los actuales programas sociales son recursos económicos directos, lo que ha permitido a muchos pobres contar con un ingreso fijo e ir al mercado y comprar lo que necesiten. Sin duda, esto ha aumentado el consumo y muchos han logrado romper la barrera de la pobreza extrema.
Pero la situación económica del país es compleja, ya no hay dinero para nuevos programas y existe el riesgo de que se limiten los apoyos que hoy se dan.
Y si, efectivamente se ha reducido la pobreza y 13 millones dejaron esa situación social, pero no basta con eso, porque existe un déficit muy alto en la atención de los sistemas de salud y en el acceso a la educación. El debate debe ser cómo disminuimos más la pobreza y la desigualdad, y todas las voces tienen que contribuir a ver cómo sí se puede lograr, no cabe hablar del no.
Esa es la tarea pendiente y no debemos perder tiempo, porque mientras narro este tema de pobreza y desigualdad, en México muchos niños se ven afectados por el hambre y abandonan su infancia para poder sobrevivir. El reto es darle a las nuevas generaciones un futuro digno y sin pobreza.