Vivimos en una nueva era de los medios de comunicación, tanto convencionales como digitales, donde las redes sociales dan a la gente la oportunidad de comunicarse de manera directa y les dan voz a comunidades que viven en sistemas políticos que no permiten la libertad de expresión.
La gente las utiliza, lo hacen porque les gusta, pero tienen su lado negativo como todas las cosas, distorsionan la realidad y han alterado el debate político, por eso en ocasiones son dignas de ignorarse como imposible de ignorar.
Insisto: las redes sociales son en sí mismas altamente partidistas, contienen información y opiniones, atraen la emoción en lugar de la razón, pero no se pueden eludir, por lo que hay que utilizarlas con responsabilidad.
Por eso en tiempos de medios de comunicación tan complejos uno se pregunta ¿qué es la libertad?
Y mi respuesta ha sido siempre: libertad es averiguar dónde están mis límites, pero sobre todo la libertad requiere de sinceridad, de poder liberarse de algo y que te permitan hacerlo.
La libertad en tiempo de redes sociales es difícil, pues las verdades pasan por mentiras y las mentiras por verdades.
Pero la verdadera libertad no tiene que ser únicamente en beneficio propio, también tiene sus escrúpulos, y no es por sí misma la libertad de algo, sino que se demuestra en la responsabilidad por algo, ya sea por el prójimo, por la comunidad o por la sociedad.
No olvidemos que la libertad requiere condiciones democráticas, sin democracia no hay libertad, ni estado de derecho, ni defensa de los derechos humanos. La libertad no es individual, la libertad tiene que ser válida para todos, por eso es importante saber dónde están mis límites y los límites de los demás.