La ruta irregular hacia los Estados Unidos es difícil, larga y con muchos riesgos. La realizan hombres, mujeres y niños, pero estos últimos son, por obvias razones, los grupos más vulnerables. A menudo las mujeres son víctimas de violación.
En ese trayecto, uno de los mayores riesgos es el del abuso sexual: en lo que va de año, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha atendido a 359 víctimas de agresión sexual. Este número, según advierte la organización, no es para nada representativo; sino que la problemática es mucho más grave de lo que se puede registrar.
“Hacen la ruta a pie o en transporte informal, lo que la hace muy difícil; y esto empeora si eres una mujer sola con hijos o una mujer sola que está viajando en la ruta. Muchas veces los abusos vienen de las autoridades que deben ofrecer seguridad y protección”, explica Adriana Palomares, especialista en Salud Pública y jefa de Misión de Honduras, México y Centroamérica para MSF.
Los agresores pueden ser autoridades u oficiales de policía; otras veces son los coyotes, las organizaciones de crimen organizado, o los miembros del mismo grupo que está migrando.
Algunos inmigrantes vienen de Panamá, otros de Colombia, Ecuador, Honduras, Venezuela, Haití o incluso Mauritania -un país ubicado al noroeste de África-. MSF ha registrado inmigrantes de más de 70 nacionalidades en tan solo seis meses. El objetivo es claro: partir desde Centroamérica para “subir” hacia el sueño americano.
Al dolor de la violencia sexual se le suma la dificultad (o casi imposibilidad, según el caso) a la que se enfrentan las mujeres inmigrantes de recibir tratamiento médico luego del abuso en los hospitales de la región.
“Tu situación de irregularidad no te debería quitar derechos. La verdad es que las mujeres tienen derecho a recibir atención generalmente por la Constitución y las leyes, pero luego hay cosas burocráticas -como tu documento de identidad-, tu situación irregular o el miedo de ser deportada”, comenta la experta.
Allí es cuando MSF entra en acción. La prioridad es proveer a la mujer de profilaxis (medicina preventiva) para VIH, embarazos y enfermedades de transmisión sexual potencialmente adquiridas durante la agresión. Este paso puede salvarle la vida a mediano y largo plazo.
En ese sentido, Palomares aclara que es crucial encontrar a las víctimas dentro de las primeras 72 horas: es el período en el que se puede evitar embarazos e infecciones. La organización también se encarga de proveer atención psicológica y brindar acompañamiento a través de un trabajador social.
MSF trabaja para ayudar a las víctimas
La pregunta clave para Médicos Sin Frontera es ¿cómo llegar a esas mujeres a tiempo?
“Es bastante complicado. La misma víctima a veces se siente culpable en su primera reacción, entonces tiene miedo incluso de decírselo a su pareja, tiene miedo de hablar y de decirlo por el estigma que recibe. Nosotros entonces tenemos diferentes estrategias que nos funcionan bien o no, depende del tiempo que los migrantes estén en el sitio; porque ellos van moviéndose y si estás tres días aquí, aunque te haya pasado una agresión sexual, no tienes tiempo y vas a seguir porque la prioridad es llegar al lugar que tú quieres llegar”, contesta Palomares.
Es por eso que MSF se acerca a los sitios clave donde pueden encontrarse las mujeres inmigrantes, como albergues y sitios terminales de transporte. Allí les informan que cuentan con un servicio de salud y aprovechan el momento de las consultas médicas, ya que muchas madres se acercan para consultar por vacunas, infecciones respiratorias y síntomas de sus hijos. En ese momento los profesionales realizan preguntas claves sobre salud sexual.
La organización cuenta con ocho puntos de atención migratoria distribuidos en tres países: región norte de Guatemala, frontera con México; Honduras, región sureste; y México, específicamente en Reynosa Matamoros, Nuevo Laredo, Tapachula, Piedras Negras y Ciudad de México.
De acuerdo con MSF, el perfil de la mujer inmigrante es de escasos recursos económicos y, muchas veces, con una historia de violencia desde su propio lugar de origen.
El silencio de los países
“El tema de la violencia sexual incomoda. No se habla del tema migratorio en algunos países de tránsito, entonces tampoco hay ninguna política de protección a las personas migrantes. Esto le da poder a las autoridades y a otros de abusar a los que son más vulnerables”, agrega la especialista.
En cuanto a los avances en derechos de personas migrantes en los Estados Unidos, Palomares opina que la situación no ha mejorado con el cambio de Gobierno (entre la presidencia de Donald Trump y la de Joe Biden). Hay muchas personas y poca capacidad en los puntos fronterizos.
En ese sentido, explica que “lo ideal” sería que los migrantes eviten este tipo de rutas y apliquen a un asilo desde sus países: “Ha habido intenciones políticas, pero todavía no están funcionando esas intenciones políticas. Seguimos con los mismos problemas: falta de protección y aumento de personas en movimiento, familias que se mueven completas con los riesgos que esto implica”.
Concluye: “Las personas tienen derecho a migrar, derecho a buscar una nueva vida, una nueva oportunidad, entonces también tienen derecho durante la ruta a seguir siendo humanos, a seguir siendo respetados”.
