Querétaro es un estado que tiene grandes ventajas sobre otras entidades. Nuestra posición geográfica; nuestras características demográficas; nuestra posición económica estratégica, en fin tenemos muchas cualidades que nos hacen una tierra apta para el progreso.
A pesar de lo anterior, no podemos confiarnos en que eso será suficiente para sostener de manera indefinida a nuestra sociedad. Hay un punto en particular que debe ser tomado muy en cuenta. La lógica nos dice que en el 2024 tendremos por primera vez una presidenta de la república, y si bien las mujeres hemos avanzado en muchos aspectos de la vida política, aún hay otros tantos de la vida social, familiar, laboral y privada, en los que necesitamos seguir luchando. Por ejemplo, en Querétaro los espacios de candidaturas aún no garantizan la inclusión completa de las mujeres en los espacios más competitivos; la brecha salarial de género en Querétaro es del 19%, ocupando el lugar 25 según el Instituto Mexicano para la Competitivdad; y también somos la entidad número 20 en cuanto a mujeres económicamente activas.
Y podríamos hacer una larga lista de todos los aspectos en que la sociedad aún nos debe reconocer una dignidad completa, equitativa e igualitaria, sin embargo esta lucha podríamos discutirla en leyes, en reglamentos y marcos normativos jurídicos, y aún no lograríamos hacer que este problema desapareciera, pues la batalla por la igualdad no solo está en las leyes sino en el campo de la educación, es decir, si queremos que las mujeres podamos vivir en una sociedad más justa, necesitamos personas más justas.
Un aspecto importante del trabajo formal es que dignifica, ya que es la mejor herramienta que tenemos para cuidar la pertenencia y sentido de utilidad de las personas, para darles servicios financieros, de salud, de ahorro para el retiro y de vivienda, en fin, el trabajo formal una de las mejores maneras de abrir la puerta de muchos derechos humanos. Recientemente se anunció que el salario mínimo ascendería para el 2024 a $248 pesos, es decir $7,440 pesos mensuales, pero si tomamos en cuenta la brecha salarial entre hombres y mujeres, es probable que las mujeres recibamos un 19% menos por la misma actividad. El constante incremento del salario mínimo nos acerca cada vez más una remuneración que nos coloque por encima de la carencia por ingresos, y aunque ese punto aun se encuentra distante, mientras más alejados estemos de disminuir esa brecha de desigualdad, más tardaremos en que las mujeres gocemos de una justicia laboral plena, y eso no debe ni puede esperar.