La situación de México es de una relativa paz, pero la paz siempre es el preludio de la guerra, en este caso es el aviso de una tormenta que ahí viene.
Esa tormenta está muy cerca y en parte será provocada por el déficit que se presenta cuando los gobiernos gastan más de lo que ganan, este es el caso de México que tiene un déficit de dos billones de pesos según cifras del mismo gobierno.
Pero este fenómeno no es nuevo, desde 2008 se ha registrado cada año esa diferencia entre los ingresos y los gastos del gobierno. Lo anterior debido a la baja de ingresos petroleros, el mayor costo financiero de la deuda pública y el aumento del gasto social, el actual déficit es el más alto de la historia y se estima que este año habrá un déficit presupuestario del 5.4 % del producto interno bruto.
Hoy tenemos una paridad del dólar que ronda los 17 pesos, una inflación oficial moderada, muy buenas remesas que rondan los 60 mil millones de dólares y que han reemplazado a las divisas petroleras y muy superiores a lo que genera el turismo y si bien la pandemia golpeó la economía del país, puso en la ecuación internacional la necesidad de la economía norteamericana de producir autopartes más cerca de sus fronteras y no en China, esto genera mayor inversión extranjera para México y es un factor que empuja a la economía nacional.
Pero esta relativa calma se acabará más temprano que tarde, la economía está prendida por alfileres y el costo de la deuda y el costo de mantener la operación del gobierno con ingresos muy inferiores a los gastos, hace obligatorio contratar más deuda y pagar el financiamiento más caro.
Quizá Pemex será el primer aviso de la tormenta que viene y luego vendrán otros avisos, hasta que la tormenta sea como el huracán Otis que en 3 horas mandó a un millón de mexicanos de regreso a la pobreza. No actuar es irresponsable si las señales ya están aquí ¡¡¡ahí viene la tormenta y ojalá no la paguen como siempre, los que menos tienen!!!
