Los primeros cien días de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos serán para México, días muy difíciles, de aquí al 20 de enero, fecha en que tomará posesión, viviremos vigilando el huracán que viene.
Lo que es cierto es que la nueva relación con Estados Unidos no será un día de campo, llegan a la Casa Blanca un grupo de radicales que no ven con buenos ojos a México, tan solo un ejemplo: Marco Rubio, el nuevo secretario de estado, ha mostrado una animadversión histórica hacia nuestro país.
Al nuevo gobierno norteamericano le preocupa la migración, el tráfico de drogas y en particular el daño que ha ocasionado el fentanilo, por estos motivos Trump ha presionado a México, nos ha venido amenazando con un cierre de fronteras, nuevos aranceles y cobrar impuestos a las remesas que envían nuestros paisanos.
A ellos nos les preocupa que las armas que utilizan los carteles vengan de los Estados Unidos, les preocupa lo que les afecta y nada más.
La comunicación que tienen ambos presidentes ha tenido ruido por las pocas simpatías hacia México, además con un tercer socio en discordia, Canadá, que deja muchos puntos oscuros que se irán aclarando.
Sin lugar a dudas, serán días de crisis y tensión entre ambos gobiernos, yo no observó la mínima luna de miel y lo más preocupante es que la economía mexicana está llena de alfileres que mantienen un frágil equilibrio.
¿Qué hacer ante la tormenta? no es una cosa de importaciones, exportaciones o de números o del tratado de libre comercio, se trata de construir una narrativa con mucha paciencia y sabiduría.
Trump y Sheinbaum son dos personalidades totalmente diferentes, en edad, en la forma de ver la vida, en ideas sociales y económicas, pero lo que no puede olvidar Donald Trump es que la presidenta de México tiene un alto nivel de aceptación y fue elegida para profundizar que en México los pobres son primero.
Por otro lado, el equipo de la presidenta tiene que dejar sus diferencias internas para enfrentar con frialdad la tormenta anunciada.
Repito: solo la paciencia y sabiduría y calma serán las medicinas para fijar las nuevas reglas del juego donde México tiene que actuar con soberanía y dignidad.
