Carta a quien corresponda:
Nacimos diciendo niño, deja ya de joder con la pelota, niño eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca… y ahora con tanta guerra e imágenes de niños con la inocencia amputada, de niños, sin niño.
Y en estos días he visto fotos y videos de los niños afectados por la guerra, en sus ojos reflejan miedo, angustia, indefensión y un reclamo a los adultos: dejennos vivir nuestra infancia con normalidad.
Los niños palestinos de Gaza son los que más han sufrido. Según organizaciones como la ONU y la UNICEF, desde 2023, cuando empezó el conflicto, y hasta marzo de 2025, más de 15 mil niños han fallecido, mientras que cerca de 34 mil han resultado heridos.
Sin embargo, no todo termina ahí, la hambruna, ocasionada por los bloqueos que hay en la región y que tampoco permiten la entrada a medicinas, han provocado que casi un millón de niños en Gaza corran riesgo.
Ahora con el nuevo conflicto entre Irán e Israel, miles de niños se sumarán a las cifras de infancias afectadas por la guerra, pero los niños de Irán e Israel también están viviendo con miedo, no pueden dormir e incluso tienen ataques de pánico porque en cualquier momento puede haber un bombardeo que termine con sus vidas.
Las imágenes hablan por sí solas, que resuelvan sus problemas los adultos sin afectar la infancia, sean los niños del país que sean, no podemos castrar sus vidas por la supuesta defensa de ideas que pueden o no ser ciertas.
Y, como siempre, salen perdiendo los niños, niños de la guerra que sufren el odio de los adultos, unos adultos más preocupados por ganar y poco interesados en cómo afectan a los niños y les hacen creer que su dios es un dios ausente y que se desentiende de ellos.
¿Habrá manera de que los problemas de los adultos se resuelvan sin afectar a los niños para evitar que sigan existiendo los niños de la guerra, los niños que ahora se mueren de frío, hambre y sed? De cualquier manera: y en cualquier circunstancia hay que recordar ¡con los niños, no!
