Luego de las dos guerras mundiales del siglo veinte y de constatar sus terribles costos humanos, se fueron gestando una serie de reglas para priorizar el multilateralismo y el diálogo diplomático por encima de la guerra.
Entre este conjunto están los Convenios de Ginebra y sus protocolos adicionales (1949), la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas (1961), el Estatuto de Roma (1998) para crear la Corte Penal Internacional, el Derecho Internacional de los Derechos Humanos; asi como la existencia de la Organización de las Naciones Unidas como foro para discutir y encauzar los conflictos hacia posibles soluciones.
Todo este conjunto de reglas y de instituciones está bajo cuestionamiento por acontecimientos que estamos viviendo y que nos obligan a la reflexión social.
El primero es la guerra de Rusia contra Ucrania. Conflicto que inició hace más de dos años y dónde la ONU ha mostrado una total incapacidad para generar un cauce de diálogo por lo que prevalece la guerra como vía privilegiada. Cada parte procura conseguir más armas pues el horizonte es ganar la guerra, los respectivos aliados comparten la misma visión y las víctimas civiles pagan las consecuencias.
El segundo es el genocidio en Gaza, donde el gobierno de Israel despliega una guerra de exterminio, las víctimas, sobre todo niñas y niños, se cuentan por miles, sin que existe una mínima perspectiva de solución mediante un acuerdo que haga posibles la existencia de dos Estados.
El tercero ha sucedido en nuestra región. Es la reciente invasión de la Embajada mexicana en Ecuador por fuerzas de seguridad y la privación de libertad de un político que estaba en proceso de asilo en nuestro país.
Cada uno de estos conflictos tiene muchas aristas y da lugar al debate, pero en este caso lo que pretendo apuntar es que las normas y la institucionalidad creada para la solución pacífica de los conflictos internacionales está rebasada, y vemos como se impone la violencia, la guerra y la fuerza casi como única forma para dirimir los diferendos.
En esto influye la presencia de políticos con talante autoritarios y partidarios de la guerra, que no creen en el derecho internacional y menos tampoco en los fororos multilaterales, pero a la par sucede una recomposición entre los países hegemónicos, por ejemplo, el tour de forcé entre Estados Unidos y China.
Creo que es necesario que como ciudadanas y ciudadanos exijamos de nuestros gobiernos alternativas para que la guerra y la fuerza no sea nuestro único destino. Edgar Cortez