Rosy Sinecio

Cruzar ilegalmente a EEUU: así es la vida al otro lado de la frontera

Las historias de Josué (28) y Magaly (33) son similares a las de otros latinos que emigran de sus países en busca del sueño americano, entre ellos, muchos llegan a cruzar ilegalmente a EEUU. Venezolanos y primos, ambos viven actualmente en Boston, Massachusetts, y tienen mucho para contar. 

En este artículo no solo te contaremos sus experiencias, sino que además explicaremos el proceso migratorio: las crudas consecuencias de cruzar ilegalmente a EEUU y una guía clara para hacerlo de forma correcta. 

Josué Valero tiene interminables profesiones: es licenciado en Administración de Recursos Humanos y Ciencias Policiales; chef, y técnico en Entrenamiento Deportivo. Salió de su país natal el 24 de marzo de este año debido a la crisis económica. 

“No era vida realmente, sino subsistir. Ya nada te alcanzaba. Un sueldo básico era cuestión de que te alcanzaba para comprar un kilo o dos de harina, un kilo de arroz. Si comías carne, no comías granos; y si comías granos, no comías carne”, cuenta el joven. 

Recuerda también las “colas infinitas” para ir al supermercado a la madrugada y la obligación de llevar dinero extra consigo para, en caso de ser asaltado, tener algo para entregar y no correr el riesgo de ser asesinado. 

La odisea hacia los Estados Unidos 

Tras pedir un préstamo a conocidos y pasar un año “estudiando el sistema”, dejó su ciudad natal para realizar la ruta y cruzar ilegalmente hacia los Estados Unidos. En la localidad de Necoclí, Colombia, tuvo uno de sus primeros contactos con las “pandillas”. 

Debía tomar una lancha hacia Capurganá y, tras negociar con potenciales “postores” que resolvían el tramo (uno de ellos intentó cobrarle 350 dólares), realizó su primera gran odisea. 

“Ahí no importa realmente la vida de las personas. No es un paseo en lancha cualquiera, ellos tienen un límite de tiempo para ir y regresar, entonces ahí no importa si tú vuelas o no vuelas, si vas bien asegurado o no vas bien asegurado. No hay una seguridad plena”, explica Josué. 

Una vez llegado a Capurganá, tuvo que atravesar la peligrosa Región del Darién: la selva de más de 5.000 km cuadrados que separa Colombia y Panamá, utilizada como “ruta migratoria” por más de 2.000 personas todos los días. Los riesgos del camino incluyen ahogamientos, lesiones, quemaduras graves, robos, agresiones e incluso violaciones. 

“Cruzar la selva fue rudo en el aspecto de que todo es controlado por un sistema de guerrilleros. Se pagan 500 dólares para una supuesta seguridad, que nunca hubo porque los guías se pierden en el camino, no llegan al destino y ‘a la hora del té’, terminas caminando solo”, agrega. 

En su mochila solo llevaba tres mudas de ropa, nueve latas de atún, seis ramen y una cobija. Cada gramo pesa en la espalda. 

Caminata de dos horas. Ramen. Caminata de dos horas más. Lata de atún. Así logró seguir hasta llegar a destino, el pueblo panameño de Bajo Chiquito, registrarse en el campamento de la ONU y tomar dos buses para llegar a la frontera con Costa Rica. 

“Los choferes manejan como si llevaran ganado o llevarán cosas, no llevan personas, cabe destacar. La vida humana no importó en este trayecto”, reflexiona. 

Otra de sus malas experiencias, cuenta, fue tres países más lejos: en Honduras, de camino a Guatemala. Allí tuvo que pagar 100 dólares (por persona, no por grupo) a la Policía para que hicieran la vista gorda y los dejaran seguir su camino. 

En México le ocurrió lo mismo, pero esta vez más caro: le dio 1.500 dólares a los policías para que lo dejaran continuar. La ruta ilegal es peligrosa, riesgosa y sobre todo, extremadamente costosa. 

Hace siete meses llegó Josué a los Estados Unidos, a través del pueblo mexicano de Tapachula. Cuenta que, una vez en territorio estadounidense, se entregó a la Patrulla Fronteriza y estuvo alrededor de 12 días detenido, aunque había personas que llevaban dos, tres y hasta cuatro meses. 

¿Cómo es la vida después de pasar la frontera hacia EEUU?

Actualmente el joven vive con un “sponsor” (patrocinador que le provee apoyo financiero en el país) y se encuentra en proceso de asilo acompañado por su abogada. También baraja la posibilidad de pedir el TPS o Estatus de Protección Legal. 

El proceso no es nada económico, por lo que trabaja en negro en una empresa de limpieza para poder vivir y pagar el proceso legal. Son alrededor de 7.000 dólares en total, aunque en otros casos puede salir el doble. 

“Yo les digo a los muchachos: ¿estás con sueño? Bueno, ese es tu sueño americano. Aquí hay que trabajar, aquí hay que caminar sobre la línea. Tú caminas torcido y fácil, está la policía. Si no quieres que te regresen es mejor ir por la ley”, cuenta.

Y agrega: “No te creo eso de que ya llegas y tienes trabajo. Yo tengo 12 años trabajando con comida y en lo que menos he trabajado aquí ha sido en comida. Por el tema de papeles no te aceptan. Yo salí, gracias a Dios estoy bien. Ví muchas cosas feas en el camino, pero ya estoy aquí y me toca enfrentar la realidad y la realidad no es que tú vas y hay un árbol de dólares. Hay que trabajar”. 

Otro es el caso de Magaly Carrero, oriunda de Táchira. Ella llegó al país el 10 de septiembre de 2022 junto con su hija de 14 años, a través de la ciudad mexicana de Piedras Negras, luego de cruzar el Río Bravo y entregarse a Migración. 

“En mi experiencia, la parte más difícil fue la selva del Darién, es como lo peor que uno puede pasar. Vimos personas muertas, animales, se vivían muchas cosas feas. Al grupo mío sí nos robaron pero no violaron a nadie”, advierte Magaly. 

Su travesía duró alrededor de un mes. Actualmente se encuentra en proceso de pedir un asilo, y explica que tanto la situación de su país como los problemas personales la ayudaron a aplicar su solicitud. 

“Contactar aquí a un abogado es un poquito fuerte, porque hay que tener mucho dinero. Yo contacté a uno para arreglar mi situación migratoria y estoy en un proceso ahorita de asilo por violencia y problemas personales”, explica.

Su hijo de nueve años, en cambio, sigue en Venezuela, ya que no pudo afrontar el gran costo de traerlo. 

“Yo gasté sin mentir 8.000 dólares para llegar y no entiendo cómo es posible que haya personas que digan que se gasta 500 o 600 dólares. Es falso. Yo tuve que vender mi casa para venir aquí, en la selva solamente me gasté casi 800 dólares”, agrega.

Estilista de profesión, recuerda que tardó alrededor de tres semanas en conseguir un trabajo cuando llegó a EEUU. Aunque era en “negro” y le pagaban muy poco.

“Yo no no le deseo este viaje a nadie, si alguien me pregunta le diría que no lo haga porque es muy riesgoso y la vida de uno vale mucho. Viví muchos momentos en donde mi vida no era nada. Hay muchas personas que se quedan y mueren, pierden su vida. Hay maneras de venir aquí legalmente, antes de tomar una travesía así tan fuerte”, sugiere. 

“No lo haría de nuevo. Me iría a otro país, pero acá no volvería. A lo mejor volvería pero con papeles legalmente, en avión, pero por tierra no. No regresaría hasta Estados Unidos por más bien que me vaya, no volvería a pasar lo que pasé”, concluye. 

El Tiempo Latino se comunicó con Brian Mcgoldrick, abogado de la organización U.S. Committee for Refugees and Migrants, en búsqueda de información verificada sobre la migración legal hacia los Estados Unidos.

Estas son algunas respuestas a preguntas que se hacen las personas:

¿Cuál es la vía correcta para llegar a Estados Unidos? 

La manera legal es utilizando la aplicación CBP One, una herramienta gratuita disponible para inmigrantes en el centro/norte de México, que permite que las personas programen citas para presentarse en un Puerto de Entrada en la frontera suroeste de Estados Unidos. 

La aplicación tarda alrededor de un mes. Una vez se consigue la cita se obtienen al menos dos años para quedarse en Estados Unidos y “descubrir qué hacer”. En caso de ser un profesional, existe la posibilidad de encontrar un trabajo y conseguir un sponsor por parte del empleador. También es posible enamorarse y casarse.

Es importante tener una verdadera razón para pedir asilo, estas son cinco: sufrir persecución debido a raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular u opinión política.

En caso de calificar en alguna de estas categorías y haber utilizado el CBP One, el inmigrante recibe libertad condicional y debe esperar alrededor de tres o cuatro meses para obtener una audiencia con un juez. Son pocos meses para buscar una organización o abogado que lo ayude a prepararse. 

Existen muchas organizaciones sin ánimo de lucro: “Al otro lado”, “Casa Cornelia”, “Jewish Family Service” y “Catholic Charities” son tan solo algunas que pueden ayudar a los inmigrantes. 

¿Cómo me preparo para la audiencia con el juez?

Lo primero y principal es obtener la solicitud de asilo. En la primera comparecencia ante el juez (conocida como Master Calendar Hearing), el juez enumerará las acusaciones en contra del migrante, y el por qué es deportable. La persona debe entonces responder a los cargos y pedir asilo.

Recién entonces el juez establecerá una nueva audiencia y le dirá que tienes 60 días para presentar la solicitud y buscar un abogado. En este caso, el juicio será de tres o cuatro horas y el inmigrante deberá presentar su caso. 

Es importante recordar que el Departamento de Seguridad Nacional cuenta con su propio abogado que puede interrogar a la persona. El juez puede hacer preguntas y cuando termine la audiencia, dará su decisión. 

Si el juez se niega, el inmigrante puede pedir la salida voluntaria (Voluntary Departure), en la que promete salir del país en los próximos 30 días. Hay que demostrar que se cuenta con los medios para irse, en caso contrario ocurre la detención y deportación. También existe la posibilidad de apelar. 

¿Qué puedo hacer en esos dos años de libertad condicional?

Si se obtiene la libertad condicional, llamada “parole”,  hay derecho a aplicar para una autorización de trabajo, que toma alrededor de nueve meses. Así que, si bien se puede hacer la aplicación, no se obtiene el derecho a trabajar inmediatamente. 

¿Qué pasa si no tengo una razón para el asilo?

En caso de estar migrando por una crisis económica, allí hay un problema grave: Estados Unidos no contempla la posibilidad de un asilo económico. Si esa es la razón por la que alguien emigra a EEUU a la larga será deportado, ya que no existen refugiados económicos. 

Para aplicar se debe tener una razón real. Si se aplica solamente porque es la única forma de estar en USA y el juez se da cuenta de que no hay un caso, Estados Unidos lo toma como una solicitud “de mala fé”. La persona que realiza este tipo de aplicación es expulsada por 10 años y si vuelve, puede ir a la cárcel. 

De todas formas, no hay que desesperarse. A veces las personas llegan a Estados Unidos y en primer lugar piensan que la razón por la que migraron de su país fue la crisis económica. Pero es importante descubrir qué hay más allá. 

Por ejemplo, si una familia se va de un país latinoamericano por problemas económicos, quizás eso sea porque la economía está controlada por las pandillas. En caso de haber sido amenazados por pandillas para cooperar, como ocurre en El Salvador y Honduras, por ejemplo, ya se puede aplicar para el asilo. 

En Nicaragua, por ejemplo, ocurrió el cierre de iglesias católicas. Entonces muchos cristianos pudieron aplicar al asilo al no poder practicar su religión. 

En el caso de los venezolanos, se suele calificar para el asilo por razones de opinión política. 

También se están reconociendo a las mujeres víctimas de violencia de género. Si el gobierno no puede protegerte, eso significa que eres un refugiado. 

¿Y si paso por Estados Unidos de forma ilegal? 

Ninguna de las opciones es alentadora: te pueden transportar a otra ciudad, pero también puedes ser deportado u obtener un antecedente penal, todo depende de cómo se haya cruzado. 

A partir de la implementación de la regla de “elusión de vías legales” (o Circumvention of Lawful Pathways), existe una presunción de inelegibilidad de asilo para todo aquel inmigrante que haya cruzado a Estados Unidos sin concretar una cita a través del CBP One, habiendo cruzado otro país de intermedio. 

En caso de no haber pasado por un puerto de entrada, es decir, cruzando ilegalmente como ocurre en muchas ciudades fronterizas, la persona es automáticamente “retirable”. 

Si la persona pasó por un tercer país para llegar al borde, tiene la obligación de probar que intentó pedir asilo ahí y se lo denegaron. Si no se puede probar eso, no es posible pedir asilo en los Estados Unidos. Básicamente te “devuelven”. 

Claro que hay excepciones: si estás en una crisis de salud que no puede esperar al CBP One, si tu vida está en peligro o si hay “pandillas” acosándote, por ejemplo. Es decir, si puedes probar que hay circunstancias extenuantes, puedes pedir asilo. Sino, eres deportado. 

“La mayoría de las personas en este momento no están cruzando por un puerto de entrada. Están simplemente llegando por el río, como ocurre en Texas. Entonces son detenidos. Por lo general, si estás con una familia, serás procesado y liberado. Si eres soltero, tienes más posibilidades de quedarte detenido y luego te enviarán a otro estado donde tengan espacio para albergarte”, explica Mcgoldrick. 

El abogado asegura que, una vez te llevan a otro estado, tienes derecho a tener una entrevista de 15 minutos -muchas veces se realiza a través del celular- para convencer a las autoridades de que tienes miedo real de persecución. Si falla la entrevista, puedes ser deportado en el momento.

No debes probar lo que dices, pero sí demostrar que tienes un miedo razonable de persecución. Si pasas la entrevista, luego deciden si te mantendrán detenido o te liberarán.

¿Qué pasa si me deportan?

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) es el organismo encargado de realizar las deportaciones, que normalmente se realizan por vía aérea a cargo del Gobierno de Estados Unidos.

Recientemente, EEUU retomó los vuelos para deportar venezolanos, debido al creciente número de solicitantes de asilo de esa nacionalidad. Los 130 pasajeros que fueron trasladados en el vuelo del miércoles 18 de octubre fueron trasladados al avión en bus, con esposas y tobilleras. 

El gobierno de Estados Unidos planea tener múltiples vuelos de deportación a la semana con destino a Venezuela en los próximos días y meses. 

Aquellos venezolanos que no hayan solicitado TPS y tengan órdenes de deportación podrían verse afectados.

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