Una acción, se diluyen las buenas percepciones, se pone espeso el sueño, se vuelve oscuro el destino. Después del partido en París conocimos otro Barça. La angustia europea se convirtió en felicidad europea. Pasamos esta eliminatoria, luego el Atlético y jugamos la final. Estaba convencido de ese camino quien me lo dijo. Luego, en una final nada se sabe. Aunque sea contra el City. Y el sueño qu
edó destrozado en un segundo. Nunca vi un partido en el que en tan poco tiempo se pierde la ilusión. No es culpable el árbitro, o solo lo es de ver la falta, pero a partir de ese momento todos supimos que el Barça había perdido. Hasta entonces, ese nuevo Barça destrozaba al PSG.
Lo que pudo ser y no fue
Lo que pudo ser y no fue. Un balón que por un milímetro no entra, un penalti que se falla, otro no pitado, un gol cantado que no es.
Hay equipos abonados a esta sentencia. Y hay territorios. Como Europa, se dice que le debe una Champions al Atlético. Quizá dos, la de Schwarzenbeck, con la miel en los labios, y la de Ramos, con el tiempo hundido en la arena. Después del partido aquí, parecía este el año, pero no cayeron los goles. En Alemania, Morata debió marcar. Casi entró, rozó el poste. Era un mal presagio y Morata no demasiado fiable. Después Correa. Y la defensa, que empequeñece a este equipo que ha aprendido a marcar y ha olvidado defender.
Lo que no puede ser
Me resisto a ver a Nadal en una mínima versión suya sobre la pista.
No es necesario que vuelva salvo que se den condiciones físicas aceptables y la capacidad de ilusión pueda continuar intacta. Y eso es casi imposible. El tiempo devora los tejidos y alimenta la memoria. No me gusta ver a Nadal no perdiendo, sino perdido, en manos de quien tanto le respeta que no puede dejar de dar lo mejor. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, frase que se atribuye al Guerra, sabio torero que también dijo eso tan acertado de “ca uno es ca uno”. Duele ver a Nadal intentando un regreso que no tiene llegada. Ojalá quedara un rastro y fuera posible.
El frío de afuera
Dicen que fuera del Madrid hace frío. Habrá quien sí y quien no, pero si pienso en Casemiro y Varane me viene a la mente el polo norte.
El gran Florentino, de quien dice Tebas que tiene demasiada influencia y que eso no es bueno para el país, los vendió por 100 y 70 millones, realizando una operación perfecta de dos jugadores que ahora el Manchester United los quiere fuera. Pasaron de ganar Champions a luchar por estar en la Champions. Viajaron de la gloria al casi anonimato, y de estar muy valorados a tener ahora una muy baja. Varane termina contrato y a Casimiro lo quieren fuera. Veremos en que se convierte la cifra que cobró Florentino.