A tres décadas de la apertura comercial de México con Estados Unidos y Canadá, el campo mexicano es el gran perdedor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), coinciden analistas, quienes ponen énfasis en el caso del maíz, alimento básico para las familias mexicanas. Sobre este grano, datos oficiales muestran que desde la profundización de la apertura comercial en 1994 hay una merma en la tierra destinada a su cultivo, un estancamiento en la producción y un desmedido aumento en las importaciones.
El saldo: actualmente, uno de cada dos kilogramos de maíz que se consume en México es comprado en el exterior, principalmente de Estados Unidos, según la información oficial.
El TLCAN, ahora T-MEC, entró en vigor el 1º de enero de 1994. Dentro del mismo, específicamente en el Capítulo VII, se promovió la liberalización total de comercio del sector agropecuario y forestal de la región. Su inicio, señala un análisis de Grain y Bilaterals.org, se dio justo después de la contrarreforma al artículo 27 constitucional, que impulsó el acaparamiento y la privatización de las tierras de los pueblos originarios, así como de toda posesión colectiva campesina.
El documento del organismo internacional, titulado 30 años de TLCAN, un método para acaparar el mundo, resalta, entre otras cosas, que el tratado generó impunidad en las importaciones desleales, obedeciendo intereses de trasnacionales, lo que impulsó las compras al extranjero de maíz, pese a ser un producto básico en la alimentación mexicana.
El tratado con Estados Unidos y Canadá, según Ana de Ita, del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano y colaboradora de La Jornada, fue uno de los más radicales, toda vez que incluyó la liberalización de todo el comercio agrícola y agroalimentario en un plazo máximo de 14 años. Además, abrió el mercado mexicano a los productos de Estados Unidos y Canadá sin que México tuviera la posibilidad de competir, al tiempo que cambió políticas en la materia y destruyó instituciones y políticas públicas que apoyaban la agricultura.
Para Timothy A. Wise, asesor principal del Instituto de Agricultura y Política Comercial (IATP, por sus siglas en inglés), desde el T-MEC las importaciones baratas de maíz han dañado el sector maicero en México, mientras Estados Unidos utiliza el acuerdo para socavar los esfuerzos del gobierno nacional de revertir la situación.
México debe tener el derecho de manejar su cultivo y alimento más importante como quiera para asegurar la salud pública y el medioambiente
, señaló el especialista.
A tres décadas del mayor acuerdo comercial de México, revelan cifras oficiales, el consumo de maíz del país (familias e industria) asciende a aproximadamente 46.6 millones de toneladas anuales, mientras la producción nacional rondará este año 23.3 millones de toneladas. Esto significa que para satisfacer la demanda local se tendrán que importar más de 23 millones de toneladas. En otras palabras, por cada dos kilos de maíz que se consumen en México, uno proviene del extranjero, específicamente de Estados Unidos.
México siempre ha sido autosuficiente en maíz blanco (utilizado para la elaboración de tortillas), es decir, todo lo que necesita la población se produce en territorio nacional. Su carácter de alimento básico provocó que estuviera prohibido su uso para engorda de ganado; sin embargo, en 1990 esta prohibición se levantó, por lo que a raíz del TLCAN las importaciones de maíz para forraje (amarillo) comenzaron a crecer de manera exponencial.
Para 2001, señalan datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), México pasó de no importar un solo grano de maíz, a un total de 4.21 millones de toneladas, cifra que se disparó a 10.71 millones en 2007, para luego alcanzar 12.19 millones en 2015, aumentó a 17.12 millones en 2017 y luego un nivel sin precedente de 19.64 millones de toneladas en 2023. Se prevé que ese récord sea superado este año, con 23.9 millones de toneladas. Sólo en esos 24 años, las importaciones de maíz se han incrementado en 468 por ciento.