Huehuetán, Chis., 1 de noviembre .– La caravana migrante que salió el lunes de Tapachula avanzó ayer 15 kilómetros y llegó al municipio de Huehuetán, en la costa de Chiapas, donde hizo su segunda escala. Diversas estimaciones aseguran que los caminantes, de diversas nacionalidades, suman 5 mil, pero la organización Pueblo Sin Fronteras (PSF), que acompaña al contingente, sostiene que el número creció a casi 8 mil.
La caravana pidió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que exija un diálogo con el Instituto Nacional de Migración (INM), dio a conocer el activista Irineo Mujica, de PSF, quien demandó a esos organismos y a la Secretaría de Gobernación que atiendan la situación de estas personas
y les den los documentos para que puedan seguir
.
Añadió que los migrantes seguirán caminando a paso lento debido a la lluvia que cae en Chiapas por la tormenta tropical Pilar y para no cansar a las mujeres, algunas embarazadas, y a los niños. Además, esperan una respuesta de las autoridades. El llamado es al Instituto Nacional de Migración, que si éste provocó esta crisis al no atenderlos, que los atiendan nada más
, insistió Mujica.
Igualmente, reiteró su propuesta al gobierno federal, de considerar a los migrantes para ser mano de obra en la reconstrucción de los daños que el huracán Otis dejó en Guerrero la semana pasada.
La gran mayoría nos iríamos a Acapulco si nos dieran la oportunidad y una visa humanitaria
, ofreció. Aquí hay mano de obra, corazón y garra, y te aseguro que se nos unirían miles de mexicanos si hubiera la intención siquiera de dar la oportunidad a la gente que quiere ayudar, a que ayude
, apuntó.
Mujica sostuvo que la caravana es sólo una muestra de la situación, porque en Tapachula continúan varados unos 100 mil extranjeros en condiciones de precariedad esperando trámites de regularización de su estadía en México.
La guatemalteca Reyna Mejía, de 53 años, avanza empujando una silla de ruedas con su hija Ingrid, de 35 años, quien padece parálisis. Quiero que me den una ayuda para pasar
, aseveró entre llantos.
Reyna se dedicaba a vender frutas en el municipio guatemalteco de Escuintla, pero decidió migrar debido a las extorsiones que exigen las pandillas.
El campesino Alexander Gálvez perdió su cosecha de frijol por las lluvias torrenciales que azotaron Honduras en agosto pasado, y no tuvo más opción que emprender su periplo hacia Estados Unidos