El gobierno de Estados Unidos afirmó que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, no debería ser equiparado con los mandatarios de otros países que considera dictaduras, después de que el partido de Bukele y sus aliados eliminaron límites al mandato presidencial.
Bukele publicó el martes en X la declaración de apoyo de Estados Unidos.
El miércoles, el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo en una declaración a la agencia Ap que el cambio constitucional que elimina los límites de mandato en el país centroamericano fue realizado por una Asamblea “elegida democráticamente” y que a ellos “les corresponde decidir cómo debe gobernarse su país”.
“Rechazamos la comparación del proceso legislativo de El Salvador, basado en la democracia y constitucionalmente sólido, con regímenes dictatoriales ilegítimos en otras partes de nuestra región”, señaló el comunicado.
La aprobación de mandatos presidenciales indefinidos la semana pasada generó advertencias de observadores y de la oposición de El Salvador, que indicaron que esto significaba el fin de la democracia en el país. La Asamblea Legislativa también aprobó ampliar los mandatos presidenciales de cinco a seis años.
“Es lamentable ver que el gobierno de Estados Unidos está defendiendo intentos de establecer una autocracia en El Salvador. Esto socava la credibilidad de las críticas del Departamento de Estado a otros gobiernos autoritarios y dictaduras en la región”, expresó Juan Pappier, subdirector para las Américas de Human Rights Watch.
El arzobispo de El Salvador, José Luis Escobar Alas, se unió a quienes expresaron preocupación el miércoles y llamó a los legisladores a reconsiderar la aprobación de la reforma sin consultar al pueblo salvadoreño, lo cual era crucial para la “legitimidad de una reforma constitucional”.
Bukele y su partido Nuevas Ideas han pasado años consolidando su poder, debilitando los controles y equilibrios al colocar a personas leales en las cortes más altas, socavando a los organismos de control del gobierno y persiguiendo a opositores políticos y críticos.
El mandatario salvadoreño sigue siendo enormemente popular, en gran parte debido a su lucha contra las pandillas, que alguna vez fueron poderosas en el país, lo que ha traído seguridad, aunque los críticos argumentan que a costa del debido proceso.
Bukele defendió los cambios constitucionales la semana pasada y señaló en X que muchas naciones europeas permiten la relección indefinida, pero que “cuando un país pequeño y pobre como El Salvador intenta hacer lo mismo, de repente es el fin de la democracia”.
Los críticos han dicho que es una comparación falsa, ya que esas naciones tienen instituciones democráticas más fuertes para servir como control del poder ejecutivo. Esos críticos están abandonando el país por temor a ser arrestados.
Los observadores dicen que Bukele está llevando a cabo una represión creciente contra la disidencia, alentado por su alianza con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Después de criticar inicialmente a Bukele, el gobierno de Joe Biden también permaneció en gran medida en silencio sobre las violaciones de derechos humanos y la concentración de poder en El Salvador, ya que el país ayudó a frenar la migración hacia el norte.
Pero a medida que Trump ha remodelado la democracia estadunidense, los críticos de Bukele dicen que la falta de presión de Estados Unidos y los elogios de los funcionarios de Trump han ofrecido al mandatario salvadoreño una oportunidad para consolidar el poder más rápidamente.
En sólo unos meses, el gobierno de Bukele ha detenido a algunos de sus críticos más abiertos, ha reprimido violentamente una protesta pacífica y ha aprobado una ley de “agentes extranjeros” similar a las utilizadas por los gobiernos de Rusia, Venezuela, Nicaragua y Bielorrusia para silenciar la disidencia al ejercer presión sobre organizaciones que dependen de financiamiento extranjero.
Más de 100 activistas de derechos humanos, académicos, periodistas y abogados han huido de El Salvador en los últimos meses, alegando que se vieron obligados a elegir entre el exilio o la prisión.