La desaparición de 10 vendedores de pollo guatemaltecos en Chiapas pone en la mira de nuevo la frontera

La desaparición de 10 vendedores de pollo guatemaltecos en Chiapas ilumina de nuevo los peligros de la frontera entre México y el país centroamericano. Tomada por grupos criminales, la línea que separa ambos países vive al ritmo que marcan los delincuentes, instalados en la frontera ante la pasividad de las autoridades, que se reducen a consignar los resultados de la embestida. La desaparición de los comerciantes ocurrió a mediados del mes pasado en Frontera Comalapa, uno de los epicentros del horror chiapaneco.

Las diferencias entre los datos que maneja un país y otro ilustra su desidia. Ausentes desde el 16 de noviembre, la Fiscalía de Chiapas asegura que solo tiene información de la desaparición de uno de los 10, Dan Josué Rosales, de 30 años. De los otros, ni idea. La propia Fiscalía publicó, sin embargo, sus fichas de búsqueda, a finales del mes pasado. Por su lado, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala remite a su comunicado del 27 de noviembre, en que señalaba que solo tenía fichas de búsqueda de cinco de ellos.

El balbuceo institucional contrasta con las declaraciones de familiares de varios de ellos en medios de Guatemala. Lilian Sarat, la mamá de Luis Vázquez, de 17 años, decía hace un par de días, por ejemplo, que solo quería que su hijo le llamara. La mujer pedía a “esas personas que los tienen, que por favor se pongan la mano en el corazón”. Otra mujer, esposa de Juan Carlos Calel, de 30 años, decía a un canal de televisión que el hijo de ambos, de tres años, pregunta cada noche por su papá desaparecido.

No hay pistas de lo ocurrido, más allá de las últimas comunicaciones de los ausentes. En una entrevista hace unos días con el diario Prensa Libre, la familia de Dan Josué Rosales señalaba que el joven y los demás salieron el 13 de noviembre de Cuyotenango y Suchitepéquez, en Guatemala, rumbo a la frontera. En vez de cruzar por el lado de Tapachula, más cercano, fueron por Frontera Comalapa, uno de los frentes de la batalla entre grupos criminales. La familia del joven tenía incluso la duda de si las autoridades migratorias mexicanas no les habrían detenido. Preguntado al respecto, personal del Instituto Nacional de Migración ha dicho que no tienen información.

Desde hace algo más de dos años, organizaciones de delincuentes batallan por los pasos fronterizos entre Guatemala y México, por el lado de Chiapas. Motozintla, Frontera Comalapa, Chicomusuelo y Frontera Corozal, algo más al norte, dibujan el mapa del conflicto. En septiembre, un convoy de camionetas presuntamente del Cartel de Sinaloa desfilaron por la vía que une Chamic y Comalapa, ante los aparentes vítores de pobladores y vecinos. Los enfrentamientos entre grupos son habituales, igual que los retenes en las carreteras. El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas ha denunciado insistentemente la desprotección de la población, obligada en muchos casos a la huida.

Una fuente conocedora de la situación en la frontera, consultada por EL PAÍS, señala que vendedores de Guatemala han estado llegando a Frontera Comalapa estos últimos meses, precisamente por la batalla entre los grupos. “El Cartel de Sinaloa está bloqueando Frontera Comalapa desde el norte y desde el sur, por Chamic y Motozintla. Según, que porque en Comalapa está el Grupo Maíz, que trabaja con el Cartel Jalisco Nueva Generación”, explica. El bloqueo dificultaría el transporte de mercancías por México, de ahí la llegada de comerciantes del país vecino.

Sin claridad sobre el estatus de los desaparecidos, parece difícil apuntar posibles motivo de la desaparición de los vendedores. ¿Siguen desaparecidos los 10? ¿Tuvieron algo que ver los grupos criminales de la zona? Según relatos de familiares recogidos en prensa estos días, los vendedores iban a tratar de vender pollos en la ruta de Pacayal, esto es, entre Comalapa y la línea fronteriza. En sus fichas de búsqueda, los familiares de siete de ellos señalan que les perdieron la pista cuando iban a Comalapa. Los de los otros tres dicen que dejaron de saber de ellos cuando iban a Siltepec, entre Comalapa y Motozintla.

Se sabe también que el grupo constaba de otras dos personas. Al parecer, todos se hospedaban en una casa en Frontera Comalapa. Durante el día, salían a vender los pollos a los poblados de alrededor. En la noche, se juntaban de vuelta en la casa. Pero el 16 de noviembre, solo volvieron dos. Esto lo contaban familiares de Dan Josué Rosales, que hablaron con el dueño del hospedaje de Frontera Comalapa. No se sabe si la Fiscalía de Chiapas ha entrevistado a esta persona o no.

Las autoridades, mientras tanto, no parecen demasiado interesadas en el asunto. La Fiscalía de Chiapas no ha informado sobre la información recopilada. Relaciones Exteriores de Guatemala ha dicho a preguntas de este diario que “funcionarios del Consulado de Guatemala en Comitán de Domínguez, Chiapas, continúan dando seguimiento y están a la espera de actualizaciones de la Fiscalía de Chiapas, sobre la investigación”. Cuestionado al respecto, el consulado de Guatemala en Comitán ha remitido al comunicado del 27 de noviembre.

En el comunicado, además de reconocer que hasta el momento se tenían las fichas de búsqueda de solo cinco de los diez, se señalaba que se estaban coordinando “acciones con la policía de investigación de la Fiscalía, comisionada para atender el caso en Tapachula, quienes a su vez tiene destacamentos en Motozintla, Comitán, y enlaces en Comalapa. En esos lugares se comparte la información y se lleva a cabo la búsqueda en hospitales y morgues”.

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