La estridencia como arma

Cuarta de Cambio por Rosy Sinecio

El día de ayer tomó posesión Donald Trump como presidente de una de las naciones más poderosas de la historia. Los Estados Unidos tienen un poder bélico que supera por mucho a varios de los ejércitos más fuertes del mundo, incluso si estos se unieran; cuentan con un capital tecnológico y científico muy importante; su poderío económico, aún cuando no pasa por su mejor momento, es influyente en este mundo; y, entre otras cosas, cuentan con un número importantísimo de los recursos económicos del planeta.

Sin embargo hay aspectos que llaman muchísimo la atención de su discurso inaugural pues parece, como siempre lo ha hecho, que lo elabora como un vendedor más que como un estadista. Sabe cómo hablarle a su base electoral y sabe comunicar mejor que la gran mayoría de políticos.

No debe sorprendernos que en estos tiempos hayan surgido figuras políticas cuya estridencia resulta llamativa para algunos sectores de la población. Tenemos en Argentina a Javier Milei;  y en Estados Unidos a Donald Trump, que si bien manejan un discurso que rompe con la inercia que había generado la lucha por la defensa de los derechos humanos, la sociedad global y las garantías económicas y ambientales que tanto trabajo costaron a nuestra sociedad, han logrado impactar en sectores importantes de la población.

Los discursos de estas personas, si bien son llamativos, los encuentro inconsistentes y en ocasiones contradictorios, por ejemplo: Donald Trump pretende proteger el derecho a la libre expresión “como nunca antes”, sin embargo estigmatiza las expresiones de género y orientación sexual como si estas no fueran una forma de expresión; pretende deportar a los migrantes ilegales que no tienen otra justificación de entrar a su país mas que el derecho humano del libre tránsito, pero al mismo tiempo pretende expandir los alcances del territorio norteamericano sin otra justificación más que las leyes estadounidenses; pretende calificar a los cárteles como terroristas, sin embargo es bien sabido que estos han logrado el poder que tienen gracias a que han sido los mejores clientes de armas de los Estados Unidos, y ¿por qué no decirlo? también los mejores socios comerciales de políticos estadounidenses que se mueven entre las sombras; pretende imponer aranceles a las importaciones, al mismo tiempo que busca hacerse de recursos que no se encuentran en su territorio y de los cuales pretende adueñarse a través de incursión de empresas de EEUU en territorios extranjeros.

Todas estas incongruencias son obviadas por sus seguidores e incluso por muchas y muchos mexicanos que con el afán de hacer frente a un gobierno federal mexicano que claramente no comparte estos ideales, son capaces de adoptar la jerarquía de valores de una sociedad a la que no pertenecen, a la que nunca pertenecerán y que incluso, muy en el fondo, los desprecia.

De verdad espero que el gobierno de Donald Trump sea similar en muchas cosas a su periodo anterior, pues si bien fue igual de estridente, en él imperó la cordura, de forma que no siempre se materializaron sus promesas de campaña, sin embargo, de no ser así, deberíamos de prepararnos para una reconciliación nacional que nos permita hacer frente a un mundo que está cambiando vertiginosamente. No permitamos que se hagan realidad las palabras de Woodrow Wilson.

“Los mexicanos son así, no hay de qué preocuparnos… ellos se encargan de matar por la espalda a sus valientes, lo llevan en la sangre, son traidores y cobardes… sólo les interesa cuidar el plato de frijoles y el aguardiente que beben… ellos mismos matarán a su Zapata y a su Pancho Villa… ellos mismos se matarán entre sí, no saben pelear con honor y menos vivir libres… nacieron prietos y esclavos, nacieron nuestros”.- Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos de América 1913-1921.

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