Los nuevos datos de la economía mexicana empiezan a preocupar y es necesario darles seguimiento para evitar que afecten a los más pobres de México.
Más allá de la violencia que no para y que se refleja en las calles del país, la economía ha entrado en una fase de observación, dos datos indican que hay sombras en el horizonte: el primero muestra que en el mes de abril se perdieron 47 mil empleos formales; el segundo dato revela que ha bajado el empleo migrante en Estados Unidos y consigo traerá la disminución de remesas al país.
También la inflación se ha puesto nerviosa, dejó de bajar y hay indicios de que crecerá en los próximos meses, además, Donald Trump con su costumbre de amenazar con el finiquito del T-MEC y la imposición de aranceles, hacen que el horizonte definitivamente no pinte bien.
En Estados Unidos y otras partes del mundo han adoptado una conducta conservadora para cuidar lo que se tiene y evitar riesgos innecesarios, el mundo está en una modalidad de incertidumbre y eso genera una recesión mental y económica.
Ante esto, México tiene que actuar con cautela y proteger los frágiles niveles de vida de millones que han logrado avanzar en sus vidas pero que no alcanzan a salir del todo de la pobreza extrema.
Lo primero que hay que cuidar es el gasto en la educación y en la salud, los programas sociales que se han instalado en los últimos años y que han permitido abatir la pobreza extrema.
Cuidar lo logrado debe ser la prioridad para evitar una crisis que regrese a millones de mexicanos a los antiguos niveles de vida. Vendrán tiempos de reducción de recursos en el gobierno, las sombras en el horizonte ahí vienen, por lo que hay que gestionar su daño y sobre todo proteger a los que menos tienen.