¿Cuál es el futuro de Morena?
En tiempos de personalización de la política, los partidos políticos, guste o no, crecen y sobreviven bajo el paraguas de un líder cuyo carisma ya no se basa en la devoción al heroísmo, sino en sus capacidades comunicativas.
En las actuales democracias los líderes están conectados estrechamente a sus capacidades comunicativas y los medios de comunicación se convierten en los mejores aliados de los líderes, esto fue lo que pasó con López Obrador.
Desde el PRD, López Obrador tenía una capacidad persuasiva, su discurso anticorrupción, aunado a la frase primero los pobres, fue el eje de su política.
Y luego conformó Morena como movimiento con una serie de grupos heterogéneos, la unidad de ese movimiento pasaba por las palabras de su líder. El liderazgo de Obrador se asentó porque tenía una idea muy clara en la cabeza de qué hacer con el país y los pobres lo notaban; Obrador justificaba, defendía y llevó a la práctica esa idea cuando fue presidente.
La gente pedía honestidad y un cambio en el gobierno, Morena puso el oído y escuchó los latidos de la calle y de la sociedad.
Sin embargo, al salir Obrador de la presidencia y pasar a un retiro formal de su actividad política, Morena como movimiento heterogéneo, donde han convivido todas las ideologías, tiene el riesgo de con el tiempo se vaya desintegrando por las decisiones que se irán tomando y en la que muchos no coinciden.
Actualmente ya se puede notar la foto de la diversidad en las cámaras de diputados y senadores, donde hoy conviven, bajo el paraguas de Morena, toda una diversidad política que conforme pase el tiempo y la figura de su líder se vaya alejando tomaron cada uno su camino.
Es cosa de tiempo para ver al movimiento de Morena como se desintegra ante la no coincidencia de intereses en tiempos donde no existe una figura que una, dirija y cohesione el movimiento. La lucha no está afuera, está dentro de ellos mismos que se disputarán lo que a juicio de cada uno debe prevalecer en el futuro. Morena me recuerda al viejo PRI que fundó Plutarco Elías Calles, todos adentro con un árbitro que dirigía y conducía al mismo tiempo al país.
